"El arte de vivir... no consiste en andar descuidadamente a la
deriva, ni tampoco en el aferrarse con miedo al pasado o al otro. El
arte de vivir consiste en ser sensibles a cada momento, en considerar
esos momentos como algo completamente nuevo y único, y en tener la mente
abierta y totalmente receptiva”. --Alan Watts
"Intenta ser consciente y deja que las cosas sigan su ritmo natural. De esta forma, tu mente se volverá quieta en cualquier entorno, como una laguna clara y tranquila en medio de un bosque. Todo tipo de animales extraños y maravillosos llegarán a beber de esa laguna, y tú verás con claridad la naturaleza de todas las cosas. Verás cómo muchas cosas extrañas y maravillosas van y vienen, mientras tú permaneces ahí, completamente quieto".
-Ajahn Chah.
"Intenta ser consciente y deja que las cosas sigan su ritmo natural. De esta forma, tu mente se volverá quieta en cualquier entorno, como una laguna clara y tranquila en medio de un bosque. Todo tipo de animales extraños y maravillosos llegarán a beber de esa laguna, y tú verás con claridad la naturaleza de todas las cosas. Verás cómo muchas cosas extrañas y maravillosas van y vienen, mientras tú permaneces ahí, completamente quieto".
-Ajahn Chah.
Reflexión
Somos seres que vivimos limitados en el tiempo; nacimos sin que tuviésemos ninguna influencia en ello (nadie nos preguntó si queríamos nacer) y algún día moriremos. Este devenir hace que se vuelva relevante el modo en el cual vivimos. Aparece la responsabilidad (entendida como nuestra capacidad de responder) como un tema de relevancia existencial.Podemos vivir de diversos modos. Por un lado, está la alternativa de vivir sin mucha atención, dejándonos llevar por los patrones o las tendencias automáticas de nuestra mente, y por el otro, tenemos la alternativa es de darle cada vez más espacio a la atención y a la curiosidad, observando lo que está ocurriendo en el momento presente, sin dar las cosas por supuestas u obvias. Es sobre esta última actitud que tratará la reflexión de la presente pausa.
Seguramente en más de una oportunidad hemos pensado o dicho que ya sabemos lo que va a ocurrir, y se nos antepone o emerge la palabra: obvio. Y es que una de las características centrales de la condición humana es la de buscar la permanencia y congruencia a lo que nos ocurre. Pareciera que nuestro cerebro trabajara continuamente para darle sentido al mundo que vivimos, pero a la vez es innegable que a nuestro alrededor las cosas están siempre variando y nosotros vamos cambiando con ellas. Lo que consideramos obvio es, en gran medida, una explicación ad hoc y una construcción de nuestra mente.
Anteponer los propios pensamientos y juicios a la experiencia posee sin dudas un enorme valor adaptativo, ya que nos ayuda a tomar decisiones rápidamente. La dificultad se genera cuando lo que ya sabemos o nuestras ideas de cómo son las cosas ocupan todo el espacio y dejamos de percibir la novedad. El riesgo de lo que consideramos obvio se imponga es que ya no percibimos lo novedoso. En términos de calidad de vida, si nuestras etiquetas de las experiencias se vuelven demasiado dominantes, pueden impedir que nos sintamos vivos.
Cuando damos por obvio asumimos que ya sabemos cómo son las cosas. Si miramos un cuadro por ejemplo que ya hemos visto antes y lo volvemos ver, puede surgir el pensamiento “ya sé cómo es este cuadro, para qué lo voy a volver a mirar”, o le puedo prestar atención únicamente a lo detalles que ya había visto, dejando de lado otros aspectos que puedan resultar novedosos. Esta creencia de ya conocer va impidiendo que ingrese información fresca.
De acuerdo a la investigación en neurociencia, existen bases neurales diferenciadas que guardan relación con el observar desde lo obvio y con el abrirse a percibir lo novedoso. Engel, Fries y Singer lo denominan “procesos de arriba-abajo” y “procesos de abajo-arriba” respectivamente. Los procesos de arriba-abajo se refieren a cuando los estados cerebrales arraigados (lo que proviene del aprendizaje pasado o lo correspondiente a las características evolutivas personales, asociadas por ejemplo al temperamento) pueden alterar las activaciones emergentes de los circuitos neurales, y por lo tanto, modela la experiencia del momento presente.
Según Siegel, los procesos de arriba-abajo se caracterizan porque diversas e importantes regiones del cerebro (como por ejemplo regiones límbicas, parietal y frontal) y sus representaciones de alto nivel, asociadas a la memoria (creencias y modelos mentales) influyen continuamente en la incorporación del procesamiento de percepción o información novedosa. Así, los procesos de arriba-abajo determinan y le dan un formato a la información que proviene de los sentidos.
Los procesos de abajo-arriba en cambio, suponen un retornar a los propios sentidos, con una actitud de apertura y curiosidad, en vez de dar por obvio. Esto sucede cuando se pone entre paréntesis las propias creencias y se dirige la atención hacia lo que está ocurriendo en el momento presente, hacia lo que están captando los sentidos. Incluso podemos reconocer aquello que se está pensando y sintiendo mientras se está haciendo. Neurobiológicamente, el procesamiento de abajo-arriba establece una vinculación entre la actividad neural de los sentidos y la corteza pre frontal, lo que permite que se esté consciente de lo que está ocurriendo momento a momento.
El procesamiento de abajo-arriba puede entrenarse mediante las prácticas de mindfulness, prestando atención directamente sobre cualquiera de los sentidos, incluyendo el prestar atención a lo que ocurre con la respiración y las sensaciones del cuerpo mientras están siendo percibidas.
Poner entre paréntesis los juicios, no dar las cosas por obvias y retornar a los sentidos puede transformarse en una práctica poderosa, ya que es algo que hasta cierto punto está bajo nuestro control. Las prácticas de mindfulness nos permiten cultivar sistemáticamente una actitud de apertura y curiosidad hacia lo que está ocurriendo en nuestra experiencia, abrirnos a la novedad de estar y sentirnos más vivos y conectados.
Práctica
Intencionalmente, en algunos momentos del día puedes realizar la práctica de observar un objeto con atención plena. Por ejemplo, puedes elegir realizar una actividad “aparentemente rutinaria” como comer una fruta, ducharte, mirar un cuadro o leer un libro, y dedicarte unos minutos para observarlos con atención, como si fuera la primera vez que lo haces, volviendo una y otra vez a tus sentidos. Si te distraes en algún pensamiento o idea, puedes tomarlo como parte de la práctica también, y luego retornar amablemente tu atención hacia tus sentidos y hacia las sensaciones del momento presente. Date permiso para realizar una práctica de atención plena durante unos minutos. Luego, si quieres puedes tomar notas de la actividad realizada.
Otra práctica interesante es la de reconocer cuando pienses o uses la palabra obvio. ¿La utilizas? Si lo haces, esta palabra puede transformarse en una muy buena señal de atención, cada vez que la pronuncies o pienses puede transformarse en una oportunidad para cultivar una mayor atención a lo que estás realizando. La palabra obvio puede ser una palabra clave que te indique: ¡Atención! es hora de volver a los sentidos y a la experiencia! Puedes aprovechar de retornar con amabilidad a lo que está ocurriendo y observar con una actitud renovada. Así, lo que llamamos obvio se puede transformar en una llave maestra que nos invite a abrirnos a la sorpresa y al milagro de la vida que está transcurriendo y de la cual somos parte.
Que tengas una muy buena y poco obvia práctica.
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